Economia.elpais.com, 24.02.2014

A través de mi práctica profesional como abogado llevo años participando en el desarrollo de un accionariado activo, primero en Estados Unidos, después en Europa. Con un movimiento uniformemente acelerado he podido certificar la madurez de la toma de conciencia de los accionistas como auténticos propietarios de la compañía y, por parte de los administradores, de la importancia de contar con sus accionistas en el gobierno corporativo. Por eso ha sido una satisfacción presidir, como secretario general de AEMEC, la cumbre que la semana pasada Eurofinuse celebró en Madrid. Una satisfacción especial porque los representantes de las asociaciones de minoritarios europeos, que agrupan a casi 5 millones de inversores y accionistas minoritarios, han escogido el concepto del “involvement” como el principal reto para el buen gobierno corporativo del futuro.

Ha habido unanimidad entre todos los expertos europeos en la necesidad de afrontar un nuevo reto en la relación con el accionista minoritario: el de fomentar su participación en la vida de la sociedad. En el contexto actual internacional, un sistema de gobierno corporativo sólo podrá considerarse exitoso si se fomenta y proporciona a los accionistas los mecanismos adecuados para involucrarse activamente en las políticas y objetivos esenciales de la compañía. Se trata, en cierta medida, de mudar el antiguo y fracasado modelo de gobierno corporativo “financiero”, por un modelo “social” orientado hacia la creación de valor a largo plazo con respeto a los distintos intereses implicados.

Esta nueva perspectiva es lo que en el ámbito anglosajón se conoce bajo el calificativo de “involvement” o “engagement”. Quizá pudiéramos traducir tales expresiones como “participación”, o mejor como “involucración” o “implicación” al objeto de trascender lo que sería la participación restringida a simples asistencias a las juntas que celebre la sociedad. El involvement es, por tanto, la nueva frontera del buen gobierno corporativo.